jueves, 18 de octubre de 2007

Un cuento de €v@.

JAVIER Y LAS FLORES MÁGICAS.

El chico de esta historia se llama Javier, que siempre tenía la costumbre de regar a diario sus plantas del jardín.
Crecían grandes flores con enormes pétalos y un intenso aroma. Estas flores tenían una gran diferencia con las demás flores, esto es porque cuando alguien las miraba cambiaban de color según el estado de ánimo de quien las mire.
Así, pasaban del rojo alegría al gris tristeza, del vivo amarillo al marrón tranquilo. Pero tenían una única cosa mala, que quien se pusiera delante de la flor y estuviera pensando algo malo, le pasaría una catástrofe al dueño, en este caso a Javier.


Un día, su vecino Alberto, que era muy envidioso, siempre miraba a Javier cómo regaba sus plantas. Entonces cuando Javier se fue a la calle a dar un paseo, el vecino que tenía las llaves de su casa que se las había dado la madre Javier por si alguna vez se las dejaban dentro, entró en la casa, se fue al jardín y se fue donde estaban las plantas, pero pensó: si las cojo ahora cuando venga Javier se dará cuenta. Decidió que se la robaría por la noche, entonces, como estaba delante de la flor, pronto le pasaría algo malo a Javier.
Antes de llegar a casa, cuando estaba de vuelta, unos ladrones le secuestraron.
Cuando pasaron veinte minutos sus padres llegaron de trabajar y se preocuparon un poco. Pasaron cuarenta minutos más y llamaron a Óscar , su amigo, pero decía que no sabía dónde estaba. Llegaron a comisaría los padres, y les dijeron a los policías que su hijo había desaparecido.
Javier sospechaba que alguien seguro que había estado delante de la flores; pero esas plantas tienen unas semillas especiales que si las metías en una hoja de rosal pedías un deseo y se te cumplía.
Entonces tenía que ir al parque de los rosales para coger una hoja. Cuando eran las nueve de la tarde (que lo habían secuestrado a las ocho) estaban en los aparcamientos de la tienda de música de las afueras, se durmieron en el coche del secuestro y él estaba atrás en el maletero atado; uno de los que estaban atrás en el asiento trasero tenía el móvil en el apartado de la puerta del coche. Con un palo intentaba cogerlo por una cuerdita que tenía el móvil. Cuando lo consiguió llamó a Óscar que urgentemente cogiera una hoja de un rosal y la trajera a la tienda de instrumentos de las afueras de la ciudad y que le dejara la hoja en puerta.
Cuando se despertaron los secuestradores, iban a seguir el camino pero Javier dijo que si podía entrar en el servicio de la tienda de música, entonces cogió la hoja y dijo que ya no tenía ganas de ir al servicio.

Entonces se metieron en el coche y lo llevaron al maletero; cogió su semilla del bolsillo (que siempre llevaba una), la apretó con la hoja de rosal y pidió el deseo, que volviese a su casa.
Fin



Cuento de:
€v@.

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